Los Avances en Diagnóstico por la IA y Más Allá
Es innegable que la inteligencia artificial está cambiando la forma en que pensamos sobre la medicina. Hace poco, un sistema de IA logró diagnosticar una enfermedad rara en un niño que había dejado perplejos a varios médicos (como vemos en el articulo de today.com). Otro ejemplo notable es una IA capaz de identificar melanomas con una precisión que supera a la de los dermatólogos. Estas no son meras anécdotas; son indicativos de una tendencia creciente en la que las máquinas están asumiendo roles cada vez más especializados, incluso en áreas que una vez consideramos exclusivamente humanas.
No olvidemos que hace casi una década, Bill Gates pronosticó que la IA tendría el poder de erradicar enfermedades como el SIDA para el 2030. Con el ritmo de innovación que estamos viendo, esta afirmación ya no parece tan audaz. Pero, ¿en qué punto nos dejamos a nosotros mismos en la búsqueda de la eficiencia de la IA?
Y ya podemos ver estos usos de la mano de Microsoft que ya ha incluido en el servicio Madrileño de Salud, siendo pionero en la aplicación de la Inteligencia Artificial Generativa para la mejora del diagnostico en pacientes:
El Lugar del Humano en la Ecuación
Pero si las máquinas se están apoderando de tareas tan especializadas, ¿Cuál es el papel que queda para nosotros? Existen trabajos que, por su naturaleza, son más eficientes cuando los realiza un humano, como mezclar líquidos en una probeta. Aquí, la inversión en automatización simplemente no es coste-efectiva. ¿Significa esto que los humanos estamos destinados a convertirnos en la mano de obra barata para tareas que las máquinas consideran «no rentables»?
A primera vista, podríamos ser relegados a las tareas que son demasiado específicas o no rentables para automatizar. Esta percepción podría llevarnos a pensar que los humanos estamos destinados a ser la «mano de obra barata» para las labores que las IAs encuentren «infraoptimas» para realizar.
A lo mejor deberíamos ir replanteando el valor del trabajo humano. En este nuevo paradigma, donde la IA puede superar a los humanos en habilidades tanto mecánicas como cognitivas, debemos reconsiderar el valor del trabajo humano. Será esencial explorar cómo los roles laborales cambiarán y qué implicaciones éticas y sociales se derivarán de esto.
Podríamos potenciar la parte de la interacción Humano-Máquina. Otra dimensión que merece atención es cómo las personas y las IAs pueden colaborar para lograr resultados que ninguna podría alcanzar por sí sola. En el ámbito médico, por ejemplo, un diagnóstico proporcionado por la IA podría ser revisado y contextualizado por un médico que comprende las complejidades emocionales y fisiológicas que una máquina no podría captar. En este sentido, la IA se convierte en una herramienta que potencia las capacidades humanas más que en una amenaza que las desplaza.
El principio de la singularidad
Está claro que en medicina nos queda mucho por avanzar. Pero como he señalado en ocasiones anteriores, estamos acercándonos al principio de la singularidad, un punto en el que la IA superará nuestra capacidad para comprenderla o controlarla. La velocidad de estos avances es tal que hablar de evolución en los próximos «años» suena casi ridículo; estamos hablando de cambios que podrían suceder en los próximos días.
La IA presenta oportunidades sin precedentes para mejorar nuestra calidad de vida, permitiéndonos centrarnos en tareas más significativas mientras las máquinas se encargan del «trabajo pesado». Sin embargo, esta transición plantea desafíos éticos y sociales importantes, desde la redefinición del valor del trabajo humano hasta la distribución de recursos en una economía impulsada por la automatización.
Así que sí, aunque puede ser tentador pensar que seremos la mano de obra «barata» en la economía de la IA, la realidad es mucho más matizada. Estamos al borde de una era de colaboración sin precedentes entre humanos y máquinas, y cómo navegamos por este nuevo mundo determinará tanto nuestro lugar en él como la forma en que la IA se desarrollará en el futuro.